Proponen protocolo para volver a delinquir de manera segura
Desde la clandestinidad, la agrupación denominado “Chorizes Autoconvocades” presenta una serie de normas para volver a afanar de “manera responsable y cuidándonos entre todes”.
El encuentro se da en uno de los recientemente habilitados bares de la ciudad. Un tanto desalineado, a quien llamaremos “Pepo” para proteger su verdadera identidad, llega al recinto unos minutos después de la hora pactada. Limpia exageradamente las suelas de sus zapatillas en el trapo embebido de lavandina que se encuentra en el ingreso y tras higienizarse las manos con alcohol en gel se sienta a dos metros de distancia de este cronista.
Lleva lentes oscuros de imitación y un “tapaboca” de unicornios. “Se lo tuve que pedir a mi nena, porque no encontraba el mío”, se disculpa sin razón. Pepo está preocupado, como muchos en su profesión, siente que la llegada del Covid-19 le metió la mano en el bolsillo.
“No somos anticuarentena, ni golpistas, sólo queremos volver a trabajar. A nosotres no nos tocó el IFE, ni los créditos a tasa cero ni obtuvimos ninguna ayuda del estado. Hay toda una cadena de laburo que se corta. El estado no piensa en nosotres, ni en las agencias de seguridad privada, ni en los que ponen alarmas, ni en los que venden pitbull, si nosotres no trabajamos el laburo de ellos también se va a resentir. Hay muchas familias atrás de esto”, comienza su relato y me enternece más que Wiñaski y su sobrino.
El #QuedateEnCasa corrió muy rápido a partir del 20 de marzo logrando una inusitada obediencia en los distintos estratos de la sociedad. “Algunes se quedaron trabajando en casa y les fue bastante bien. Las generaciones más jóvenes se adaptaron al teletrabajo y con los cuentos del tío y estafas telefónicas sumaron una buena pasta. Es un trabajo limpio, sin contacto, pero hay una vieja guardia que no se halla en esa modalidad”, rememora el vocero de “Chorizes Autoconvocades” sobre los primeros días del ASPO.
Pepo cuenta que empezaron a organizarse en las últimas semanas, cuando se fueron sucediendo distintas aperturas económicas y la suya no aparecía entre las actividades esenciales. “Mientras circulaban los videos de los negros con el ataúd estaba todo bien, pero después la cosa se empezó a complicar. Cuando les muchaches empezaron a hacer circular sus avatares de Facebook y grabar videos en Tik Tok, dijimos que esto no podía seguir así. Algo teníamos que hacer para volver a lo nuestro. Si no nos movilizamos van a autorizar antes a los mugrientos de la cultura que a nosotros. Y allí comenzamos a discutir el protocolo”.
Tras cientos de mensajes en el grupo de WhatsApp y horas de reuniones en Zoom y Meet, conformaron una herramienta que apela a la “responsabilidad social”, una propuesta que permite concretar un “encuentro delictivo controlado”, siguiendo los criterios de sanidad y seguridad que reduzcan el riesgo de contagio de virus y bacterias.
“En el protocolo estipulamos que el horario será desde las 19 y con plazo límite la medianoche. Convenimos en que lunes, miércoles y viernes saldrán a laburar les compañeres cuyos documentos terminen en número impar y los martes, jueves y sábados los pares. Si algune de les muchaches no cumple lo pautado le labraremos un acta y lo mandamos a la casa. Debemos ser muy cuidadosos, nadie quiere volver a una fase anterior”.
En situaciones normales, para cometer un atraco pueden llegar a estar involucrados más de cinco delincuentes. En épocas de Covid-19, pensar ese número es casi imposible. “Vamos a trabajar con guardias mínimas, no más de dos muchaches por hurto. En la organización ya lo estamos pensando como parte de la nueva normalidad”, avizora Pepo y adelanta parte del instructivo de acción que acordaron en la agrupación. “Antes de cometer el ilícito nos aseguraremos que no haya más personas de las permitidas en el establecimiento. Utilizaremos guantes, barbijos y las armas estarán sanitizadas. Y todo el tiempo mantendremos una distancia social, porque sabemos que el virus no viene a nosotros, nosotros vamos al virus”.
El protocolo ya está listo para ser presentado al Comité de Organización de Emergencia de Salud (C.O.E.S.) pero aún no encontraron la forma de hacérselo llegar a las autoridades. “Somos nuevos en esto de las formalidades, así que estamos sufriendo nuestra propia inexperiencia. Quisimos presentar el protocolo por mesa de entrada en alguna dependencia del Ministerio de Salud, pero no está laburando nadie. Conseguimos que nos habiliten un ID para una reunión de zoom la semana próxima, pero nada se compara con el sello de recibido de Mesa de Entrada”, cierra Pepo con cierto desánimo.